Bicicletas ciudad

La utilización de la bicicleta como medio de transporte en las ciudades está llena de ventajas desde cualquier punto de vista que lo miremos. Es una fórmula rápida, barata, cómoda, sana, respetuosa con el medio ambiente, ocupa poco espacio en la vía pública… Podríamos seguir dando razones para el uso de la bici en la ciudad y tardaríamos bastante tiempo en terminar.

aparcamiento para bicicletas eléctricas

Mucha gente, entre los que yo mismo me incluyo, ya ha podido comprobar que cambiar el coche por la bicicleta como forma de ir al trabajo no es ni una filosofía de vida ni una forma de colaborar con el mantenimiento de la capa de ozono. Sencillamente, poder ir a trabajar en bicicleta es un placer y una mejora en la calidad de vida.

Desplazándote en bicicleta te olvidarás de los atascos y llegarás antes a tu destino, siempre hablando por supuesto de un margen lógico de distancias. Esto es un hecho comprobado empíricamente en comparativas de tiempos empleados en desplazamientos por diferentes medios de transporte urbanos, como el bus, la bici o el coche, realizados en varias ciudades españolas. La bicicleta es la ganadora en la práctica totalidad de las mismas, como ya habéis podido ver en estas mismas páginas.

Ni que decir tiene que en bicicleta no tienes que estar pendiente de horarios de salida o de llegada, de enlaces, de la situación del tráfico. El ahorro económico en combustible es cuantificable en nuestra propia cuenta corriente. Por muy buena bicicleta urbana que quieras comprarte, en meses estará plenamente amortizada, y la tendrás disponible no sólo para el trabajo, sino para tu ocio y disfrute.

¿Que la climatología es un problema? Si comparamos la nuestra con la de países que nos llevan ventaja en el uso de la bicicleta como medio de transporte, rápidamente deducimos que esto no es un argumento muy sostenible.

Y no hablamos de las ventajas para el medio ambiente en lo que se refiere a la nula contaminación, a la falta de ruido que genera la bicicleta y al poco espacio físico que ocupa en la vía pública. ¿Has pensado cuántas bicicletas serían capaces de circular simultáneamente por una calle de tres carriles?

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Seguramente podríamos prescindir de dos de ellos para dedicarlos a carril bus-taxi, de emergencias, o simplemente acera o jardín. En fin, seguro que a ti se te ocurren muchas más que a nosotros.

Pero no todo es positivo. En España queda mucho camino por recorrer en cuanto a movilidad urbana se refiere. Y el problema posiblemente no esté sólo en las administraciones públicas. Ojalá fuera así.

El principal escollo está en todos nosotros, en nuestra misma mentalidad como sociedad. Y nos gustaría poner un sencillo ejemplo para explicarnos mejor. Imaginad que una ciudad se plantea la construcción de una calle, una plaza o un puente. Lo primero que se va a valorar es cuánto tráfico de coches va a ser capaz de acoger, en primer lugar se plantearán unas buenas calzadas para vehículos motorizados,

con un ancho adecuado de carriles y una estructura que permita fluidez para el tráfico rodado. Si hay suerte se plantearán, en segundo lugar, unas aceras, que ocuparán el espacio que sea posible, ya que no es lo prioritario (y ya no hablamos de habilitar una vía para ciclistas). Por supuesto, el mobiliario urbano siempre va a ser colocado en el espacio para peatones (farolas, señales, papeleras, paradas de autobús), se trata de dejar diáfano el espacio para los coches.

En fin, podríamos hablar de muchos más ejemplos que demuestran que en nuestra propia mentalidad tenemos grabado a fuego que es el coche el elemento más importante de la movilidad urbana. Y a medida que esto vaya dejando de ser así, conseguiremos acercarnos a otros países de nuestro entorno. Pero esto sería objeto de otro artículo, por lo que no profundizaremos más en la cuestión, y sí mencionaremos que hay iniciativas muy positivas en muchas ciudades españolas, que deberían ser ejemplo a seguir.